dimecres, 20 de juliol del 2022


 TODO   ESTÁ   (d)ESCRITO 

APUNTES   PERSONALES

SOBRE  EL  DESTINO




Àgit, 1997



"Algunos insensatos, 

que pretenden no serlo, dicen:

'el hombre prudente construye su propio destino',

pero el prudente 
sucumbe a menudo 

ante su propio destino, lejos de lograrlo.

Es el destino quien hace a los prudentes".



Voltaire



Libertad y determinismo son conceptos a los que vamos dando vueltas desde la antigüedad. Con la idea de la existencia de un destino que rige la vida de los humanos siempre planeando, forman parte de aquellos viejos asuntos en los que se han ido derramando todo tipo de conjeturas sin llegar a nada. Hasta qué punto puede estar determinada nuestra vida; si somos completamente libresen qué manera podemos vislumbrar los caminos más adecuados a recorrer; y cuáles serían los factores reales que intervienen en todo ello acaban siendo reflexiones atemporales que, en una medida u otra, compartirían muchas personas. Mi convicción personal es que, si bien disponemos de una relativa, pero fundamental capacidad de decisión, el hombre tiene un reducido margen de control de sus efectos y de una mayoría de acontecimientos de su vida que parecen estar (d)escritos. Intentaré desarrollarlo.

La posibilidad de que haya un destino que condicione nuestra libertad inspira una profunda reflexión sobre el sentido de la vida individual humana y de la especie de la que formamos parte. Desde siempre nos lo hemos planteado, como muestran algunas de las manifestaciones artísticas más antiguas; que entre los pensadores de las sociedades secularizadas parezca no haber un interés público sobre la existencia o no del destino no implica que sea una cuestión superada. La falaciosa sensación actual de tener más libertad de la que en realidad tenemos nos puede hacer sentir como sea, pero considero que esto no hará cambiar una situación en la que el hombre solo tiene la facultad de mover algunas fichas de un juego dado que le toca vivir sin que esté en nuestras manos conocer la totalidad de las consecuencias que se deriven. Se podría decir que el libro del destino individual de los hombres está casi escrito, no leído; como si hubiera un camino esbozado que, antes de ser recorrido, hay que saber reconocer. En occidente somos herederos directos de una visión racionalista de la vida que siempre ha mostrado fisuras. Poco amigo de posiciones radicales y sin pretender sugerir que exista un destino tan marcado que implicaría la inexistencia de un sentido de la vida humana, parte de un debate mayor, tampoco me situaré en la inocente creencia de que somos completamente libres.

A pesar de que no se pueda encontrar una relación inmediata, y por mucho que atente contra el poderoso sentimiento de autonomía humana propio del mundo moderno, creo en la importancia de reconocer una relativa combinación entre un destino marcado y el limitado albedrío de que disponemos, menor del que nunca supondríamos. En lugar de obstinarnos en creer ingenuamente que somos los únicos autores del libro de nuestra vida y que dominamos todos los instrumentos que la construyen, me parece más acertado dedicarnos al conocimiento de nosotros mismos, con nuestras facultades y limitaciones, para adecuarnos mejor a un sendero ya medio esbozado en el que transitar de la mejor forma. Tener conciencia de que más bien somos los actores de una obra particular en una partitura mayor quizás facilitaría muchas cosas y calmaría el desasosiego propio de una humanidad que reflexiona sobre su existencia, sobre el mundo que le ha tocado vivir y como conducirse en él. Tarde o temprano, conscientes de la brevedad de una vida inmersa en una realidad que nos supera, el asombro, la perplejidad y el estupor todavía forman parte esencial del ser humano (1).

Por paradójico e incomprensible que hoy parezca, teniendo más en cuenta que hay componentes ineludibles en nuestros destinos individuales, es necesario intuir como adaptar nuestro ser al trayecto que, guste o no, parece venir delineado en la vida También desde siempre persiste un querer rebelarse a ello e insistir más
 en seguir la propia voluntad estrellándonos reiteradamente, incluso cuando se perciben consecuencias nefastas; la historia va llena de crónicas de esta actitud reiterada tan humana. El concepto de destino o hado da para múltiples y antagónicas interpretaciones, cada cual es libre de plantearlo como quiera, probablemente incluso en esto estamos condicionados, pero hacerse la reflexión ya es meritorio (2). Aun así, el uso de esta restringida parcela de libertad que nos es propia tiene una importancia capital (lo único de lo que podemos ser responsables, que todavía lo hace más interesante), y pienso que da significado a la vida individual y colectiva y podría ser una prueba de su sentido e inmenso valor. 







“Lo mejor es sufrir lo que no puedas enmendar,

y acompañar sin murmuración a la Fortuna

bajo la autoridad de la cual se presentan todas las cosas:

mal soldado es el que sigue con gemidos a su general.

[Como dijo Cicerón], guían los hados a quien quiere,

a quien no lo quiere lo arrastran.


Séneca



El concepto de azar podría tener algún papel en todo este oscuro terreno en el que siempre hemos divagado, pero, más allá de teorizar o afirmar, parece ser otro ejemplo de la manía humana de poner nombre a todo, como queriendo acotar conceptualmente ámbitos que nos van demasiado gordos, y que también forma parte de nuestra naturaleza mostrando la magra capacidad del hombre en el escrutinio de una realidad poliédrica y desconcertante. Hablar de azar en una cuestión como la que aquí se trata solo sería una forma de reconocer la ignorancia de las causas de acontecimientos a los que, a veces, nos vemos empujados, pero esto no impide la existencia de estas causas y de su sentido (3). Dudo que haya ninguna aproximación conceptual que se ajuste un poco a todo esto: enfrentarnos al reto de vivir con alguna posibilidad de albedrío, combinado con el peso de un determinismo, débil o fuerte, según quienes han reflexionado al respecto (4). El hombre forma parte de un universo que constituye un misterio inefable y que, aún con todo lo que nos pueda ocurrir, objetivamente siempre hace maravilloso el fenómeno de la vida, una auténtica singularidad. Asumir reglas y directrices dadas parece parte de un juego del que es mejor asimilar y seguir su belleza.

No escogemos donde y cuando nacer o morir, tampoco podemos escoger nuestro cuerpo ni nuestras capacidades o preferencias, pero creo que hay que trabajar para encaminarnos en el sendero de vida que hayamos sabido encontrar con estas particularidades ya dadas, letras recibidas con las que reescribir o leer nuestro libro de vida particular. El enorme número de variaciones que permiten las letras de los 3.000 millones de genes que tiene el ADN humano ya trae unas directrices que marcarán desde el color del pelo hasta ciertas inclinaciones (5)https://elpais.com/elpais/2017/07/06/ciencia/1499355309_012697.html. Por eso sería oportuno recordar una conocida definición de la vida como una "misteriosa trama de azar, destino y carácter" (Wilhelm Dilthey).




'El séptimo sello', Ingmar Bergman, 1957.



Quizás el número de latidos en la vida de un hombre está previsto desde antes del nacimiento o "la vida y los sueños son páginas de un mismo libro", en la línea del lúcido pesimismo de un Schopenhauer que también retoma "el hombre es el sueño de una sombra" de Píndaro y evoca un barroco 'la vida no es más que un sueño y los sueños, sueños son' (6), pero esto chocaría frontalmente con la posibilidad de un sentido genuino en nuestra existencia en el que creo. Es normal que los habitantes de un mundo rico que expolia en su beneficio una naturaleza de la que ha olvidado su sacralidad, como si nosotros no fuésemos parte de ella y de su espíritu, se resista a ideas similares. Yendo aún más lejos y con implicaciones más profundas, la comprensión y asimilación, no resignación, y la sabiduría que supone aceptar que cada uno de nosotros y la especie en su conjunto formamos parte de algo superior en entornos como el hinduismo significa liberación Un sueño de Brahma | Opinión | EL PAÍS https://elpais.com/diario/1983/05/30/opinion/423093613_850215.html

Para asimilar un concepto de tan profundas connotaciones, de todo esto se deriva que, para aceptar como posibilidad que hay un destino se requieren creencias de carácter espiritual que permiten encajar desasosegadamente en un entramado que nos transciende. Esto hace descartar que solo somos títeres del absurdo. Tengo la confianza que, con sus altibajos, el intervalo entre el nacimiento y la muerte tiene su propósito. Tener la convicción de la existencia de algo superior, de la manera que sea, es lo que tendría que permitir encarar mejor cuestiones que nos superan como esta. Esto da un color diferente a todo: lo que parece una imposición al arrogante individualismo secular pasa a ser una guía sabia que un buen autoconocimiento identifica. Puede que ahora yo sea el ingenuo y que la multitud de estudios científicos que muestran los beneficios en la salud de tener un sentimiento trascendente de la existencia estén sesgados... En mi opinión, si el destino individual es como el curso casi ineludible de un río, la forma más sensata de vivir sería intentar navegar de la mejor manera posible donde el agua nos lleve. Aquí todo esto, desde la consolidación de la ciencia como el mejor o único prisma con el que descifrar la realidad a partir del siglo XVII, la sola suposición de la existencia del destino queda asociada a supersticiones, a bulos como la astrología o a instituciones religiosas que dejan mucho que desear. 





La icónica imagen de la película de Bergman se inspira en la pintura de Albertus Pictor. 
Iglesia de Täbi, Suecia, 1489.



Como en tantas ocasiones aplicamos nuestros anhelos en la interpretación de un universo que no se ajustaría a un antropocéntrico punto de vista humano. Si los clásicos tenían muy clara la presencia del destino en su vida, llámese fat o fortuna, con una idea diferente a la de un mundo de hoy que todavía tiene mucho que aprender del pasado, el actual mito contemporáneo de que el hombre es el amo de su destino, concepto existencialista muy fecundo desde hace unos 60 años que casa muy bien con el marcado individualismo actual, quizás haga difícil pensar que no es así (7). En el transcurso de nuestra propia vida cada cual puede evidenciar lo contrario, por ejemplo, como a partir de algunas decisiones nos vamos encontrando con consecuencias que nunca habríamos previsto o experimentar situaciones que nunca habríamos imaginado sin la intervención de nuestra voluntad... Con claridad Spinoza lo ejemplifica diciendo que una piedra tirada en el espacio por efecto de un choque, si pensara, creería que actúa libremente sin recaer que ha sido impulsada, pues "tal es esta libertad humana que todos los hombres se jactan de tener y que consiste únicamente en que los hombres son conscientes de sus deseos e ignoran las causas que los determinan." (Carta a Schuller, 1647). Pero, volviendo a la importancia del autoconocimiento: 



“Quien procura regir sus afectos y apetitos solo conforme 

al amor por la libertad

se esforzará en conocer las virtudes y sus causas,

y a llenar el ánimo con el gozo que nace 

de su verdadero conocimiento,

sin ignorar ni aplicarse en los vicios de los hombres,

complaciéndose en una libertad falseada."


Baruch de Spinoza



Los seres humanos poseemos diferentes facultades para el avance del conocimiento y conseguir una mejor adaptación a un entorno natural poco hostil. Tenemos grandes valores nos hacen capaces de elevarnos: sabemos afrontar enfermedades letales, se avanza para reducir la ignorancia en nuestro mundo mediante la ciencia y la educación, tenemos agudez reflexiva, disponemos de una sutil creatividad que nos hace únicos en el universo y una sensibilidad conmovedora, pero también somos libres y perfectamente capaces de acomodarnos en sociedades demasiado imperfectas como las actuales, donde conviven pobreza y riquezas inmensas, con una civilización puntera en tecnologías especializadas en salvar vidas con la mejor medicina y en destruirlas con el armamento más sofisticado. El problema de la libertad humana, la pugna entre la capacidad de decisión que otorga el libre albedrío, combinado con lo que puede venir ya determinado de antemano o ser consecuencia de decisiones imprudentes, se extiende más allá de la esfera individual. Las decisiones y los actos de unos acaban teniendo un efecto en otros, a veces imprevisible (incluso cuando están movidas por la mejor intención). El comportamiento ético del ser humano y un amplio conocimiento de nuestra especie son fundamentales para evolucionar con sensatez.

Hoy en día nuestra inconsciencia, la imparable actitud depredadora en un planeta pequeño con un delicado equilibrio que aún condiciona positivamente la vida, sumada a un claro desinterés general por no cambiar de forma radical el capitalismo salvaje al que estamos aferrados, nos acercan rápidamente al desastre medioambiental y al colapso económico y social. Una civilización que no repara en contaminar el aire, el agua y el suelo que nos dan vida, y que expolia sin freno un hogar común, la Tierra, es una civilización inconsciente y autodestructiva. La mirada indiferente y aletargada con la que observamos las rápidas consecuencias globales de esta férrea posición solo tiene equivalente en la que también damos a los más desfavorecidos. Eso también es hacer uso de la famosa libertad humana y de no prever las consecuencias de optar por caminos incorrectos en cuestiones globales. El hombre es un niño con demasiado poder en las manos.







Esta es una aproximación muy personal de un tema huidizo y recurrente, con movimientos y razones lejos de nuestra consciencia más inmediata. Más allá de los pensamientos que emergen de mi experiencia vital, creo que aporto rasgos generales que pueden ser aplicables y entendidos por todo aquel que haga reflexiones sobre su vida y, con los años, intuya la existencia de procesos que parecen haber surgido de forma inexorable. Quizás nos gustaría poder afirmar que somos completamente amos de nuestros destinos, pero pienso que no es más que una proyección ilusoria. Que nos resulte satisfactorio es diferente y humano. En mi opinión, que se juzgue todo aquello que nos pasa por azar o por la presencia de otra complaciente quimera, la suerte, también parece otra simple aproximación a lo que no entendemos (el presente escrito también lo es).

En la vida hay iniciativas personales que con el tiempo observamos acertadas o equivocadas. "Lo importante no es lo que hace nuestro destino con nosotros, sino lo que nosotros hacemos con él" (Nightingale, 1905). Poder escoger voluntariamente la labor que nos llena, tener y estimular afinidades con unas personas más que otras o llegar a encontrar los alicientes de nuestra alma serían algunos ejemplos para madurar de la manera más auténtica. "La puesta en práctica de la propia naturaleza, autoafirmarse y crecer en diferentes registros, y saber moverse en el mar de interacciones que cada uno es y habita" (Espinosa, 2011), pero, sin cansarme de repetirlo, acompañado de un satisfactorio autoconocimiento, trabajo imprescindible en todo individuo (8). Si son caminos previamente (d)escritos que hemos sabido reconocer nunca lo sabremos; lo paradójico, pero que muestra la sutilidad del espíritu humano, es intuir la posibilidad de que vengan ya trazados.



"Cumple tu deber,

aunque sea humilde,

y no lo cambies por otro,

a pesar de que fuera más elevado.

Morir cumpliendo el propio deber es vivir;

vivir cumpliendo el de otro es la muerte."


Bhagavad Ghita, III




El problema de si estamos de alguna manera determinados y cuál es el margen de la libertad humana ha sido planteado en varias culturas. Occidente es un claro heredero del mundo clásico y del cristianismo. En la mitologia griega las Moiras, Cloto, Láquesis y Átropos, eran las personificaciones del 'Fatum', el destino. En Roma el equivalente eran las Parcas (Nona, Décima y Morta), tres hermanas hilanderas que marcaban el nacimiento, la duración y la muerte de los humanos con acontecimientos perfilados que también podían ser decisiones libres (https://es.wikipedia.org/wiki/Moiras). La idea de su inquietante presencia ha dejado un fértil legado artístico; aquí interesa más aportar alguna reflexión sobre el tema central del escrito que han hecho eminentes filósofos centrándome en la figura del 'Daimon', consejeros del destino adecuado y también intermediarios entre dioses y hombres que acompañan siempre a cada persona en las culturas de Grecia y Roma que más tarde integraron cristiandad e Islam (donde la creencia en el destino es uno de los pilares de la fe). 

Así Heráclito afirma que "el carácter superior del hombre es su Daimon", y Epicteto da un significativo valor a este concepto central de 'Daimon':



“Zeus ha situado cerca de cada hombre un guardia, 

un genio particular;

y ha confiado cada hombre a su protección.

Cuando cerráis vuestras puertas 

y hacéis oscuridad en vuestro interior,

recordaos de no decir nunca que estáis solos: 

no lo estáis, en efecto; tenéis dios en vuestro interior 

y vuestro genio también está.”



Marco Aurelio también habla del "genio interior", que a la vez es la conciencia del hombre y Posidonio afirma que "la razón de nuestras desgracias es porque no seguimos el daimon que tenemos en nosotros, pariente de aquel que rige el conjunto del mundo" (Marí, 1984). La lista de proverbios sobre este tipo de personificación medio divina de un destino personal se alargaría demasiado, pero acabaré con la de un Sócrates que, con frecuencia, lo presenta como una voz sabia a la que siempre escucha y obedece pues, a través del 'Daimon': "tiene lugar toda relación y diálogo entre dioses y hombres" (9)

Destacadamente, la palabra griega traducida por felicidad es 'eudemonía', buen 'Daimon' o buen genio. En el entorno greco-latino, el arraigado concepto de 'Daimon' no solo se atribuía a las personas, se aplicaba a todo ser viviente, una presencia anímica en todo que en la mitología romana derivaría en el concepto de 'Numen', más amplio y de arraigo popular. Pero con el celo reformador de los Padres de la Iglesia, integrando bajo su prisma multitud de creencias anteriores al cristianismola idea de destino pasó a ser la de Divina providencia, y la noción de 'Daimon' acabó fusionándose con la de ángel, la del Custodio o el Ángel de la guarda; 'Dáimon Angélou', mensajero (10), a fin de que el hombre disponga de ayuda elevada para ir por buen camino: "yo envio un ángel delante tuyo para que te guarde por el camino y te haga entrar en el lugar preparado.>> (Ex. 23-20).

El significado de la vida podría apuntar en la dirección de pertenecer sabiamente entre unos márgenes determinados; ajustarse al trazado correcto sobre el que existir (dharma), en continua construcción. No somos trozos de carne con ojos, a pesar de que su color venga de fábrica. La vida es demasiado corta para desaprovecharla sin saber conocer nuestros auténticos alicientes y afinidades, y suficientemente larga para enmendar errores. Siendo lo máximo a lo que puedo especular, creo que somos intérpretes que leemos o reescribimos con alguna independencia nuestro papel en un panorama casi escrito, y nuestras vidas partes de una obra universal esbozada de carácter superior que vamos formando y quizás necesite nuestra actuación. La auténtica libertad puede ser reconocer esta humilde y magnífica posibilidad de acción participando en un entramado de una profundidad y una belleza que escapan a nuestra comprensión, pero que tenemos el inmenso privilegio de observar con nuestra facultad más noble: la consciencia. 




Las tres Moiras. Paul Thumann, 1856.  



  1. "El estupor es el mal del cual parte el filósofo puesto que no hay ninguno otro comienzo de la filosofía que este" (Platón, Teeteto, 155); y "Puesto que es a raíz de su perplejidad que los filósofos empiezan a filosofar, tanto ahora como antes" (Aristóteles, Metafísica, 986a).
  2. Sin estar de acuerdo en alguna de las cosas:  https://es.wikipedia.org/wiki/Destino
  3. "Todo cuanto ocurre es fruto del azar y la necesidad" (Demócrito), de dónde se inspira el tan venerado trabajo de Jacques Monod, muy en la línea de un occidente secularizado: https://es.wikipedia.org/wiki/El_azar_y_la_necesidad.
  4. https://es.wikipedia.org/wiki/Determinismo
  5. Algunas investigaciones en este campo resultan sorprendentes: haber encontrado un vínculo entre genética e ideologia “En 2011 investigadores del instituto de Virginia para Genética unieron fuerzas con colegas del instituto de Queensland empleando muestras de ADN de alrededor de trece mil individuos que habían hecho el mismo test de progresismo-conservadurismo de Alford, mostrando que entre el 40 y el 60 % de la variación en nuestras actitudes políticas proviene de diferencias genéticas. Seis estudios publicados hasta la fecha han explorado alrededor de una docena de genes que podrían afectar a la orientación política.” (‘Genética, personalidad e ideología política y campanas de Gauss’; Avi Tuschman, ‘Our political nature. The evolutionary origins of what divides us’; Prometheus Books, 2013). +  https://elpais.com/elpais/2017/07/06/ciencia/1499355309_012697.html.
  6. "¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son" Calderón de la Barca.
  7. En 'El existencialismo es un humanismo' (1946) Sartre afirma "que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo y, aun así, por otro lado, libre, porque una vez en el mundo es responsable de todo el que hace".
  8.  "...que mi concepción del mundo, las imágenes que me formo de él, empezando por la de mí mismo, no se alejen demasiado de la realidad. Eres más maduro cuanta menos distancia logras que haya entre quien crees que eres y quien eres de verdad; entre tu imagen del mundo y el mundo real.” (“Madurar es ir aproximando lo que crees ser a lo que eres” Frank Yeomans a ‘La Vanguardia’; 26/2/2016; http://www.lavanguardia.com/lacontra/20160226/4010558181/madurar-es-ir-aproximando-lo-que-crees-ser-a-lo-que-eres.html).
  9. "Platón es heredero de un conglomerado religioso tradicional que acepta la existencia de una jerarquía divina. El segundo escalón jerárquico correspondería al plano semidivino, destinado a los démones, héroes y mensajeros divinos, cada un o con su función asignada, seres que conectan al hombre con Dios." (I. Rodríguez, "Démones y otros seres intermedios entre el hombre y la divinidad en el pensamiento platónico", rev. Fortunatae, pgs. 185-198).
  10. Lo que quizás se consideró el aspecto negativo de 'Daimon', con el cristianismo pasó a integrar  nociones anteriores, como las de Numen, duende y demonio https://es.wikipedia.org/wiki/Demon_(mitolog%C3%ADa + https://www.religiondigital.org/fratria/Duende-daimon-demonico_7_1912678728.html, o debido a un simple error de traducción (auténtica y seria razón de multitud de malentendidos y discriminaciones aún presentes en nuestra sociedad), por ejemplo en el caso de San Jerónimo de la versión griega de la Biblia a la latina, la Vulgata.



"Hay un dios en nosotros que dirige el destino como si fuera un rio,

y todas las cosas son su elemento."

Hölderlin





Àgit, 1998.